Son muchas las motivaciones que me llevan a escribir este post, sin
embargo hay una singularidad en su relevancia. Efectivamente resume lo que
llegado a creer que es una comprensión fundamental en el campo de la
rehabilitación. En verdad, es una comprensión mucho más amplia que se extiende
a la medicina misma... e incluso a nuestras vidas cotidianas, me atrevería a
decir.
Pese a que esta filosofía central siempre fue comprendida intrínsecamente,
nunca estuve completamente seguro de cómo hacerlo o cómo verbalizarla.
Hay una dicotomía bien establecida y bien arraigada entre salud y
enfermedad que esencialmente diluye el alcance potencial y la efectividad del
proveedor de cuidados de salud. Además, esta dicotomía se expande en la
mismísima mente de quien está buscando salud. Salud y enfermedad son vistos
como dos estados completamente distintos y por lo tanto existen en sus propias
realidades. Esta es la comprensión intuitiva... sin embargo, cuando se analiza
desde una perspectiva más amplia, ambas son manifestaciones de un estado singular.
Es un continuo que se caracteriza, en un extremo, por una salud perfecta y en
el otro extremo por enfermedad. Por lo tanto, incluso puede considerarse no
como una dicotomía de “salud-enfermedad”, sino más bien estados de salud diversos.
Es probable que esto para muchos suene como algo nada más que semántico, pero
la filosofía general fue denominada Salutogénesis
por el sociologo Aaron Antonovsky. El término describe un enfoque centrado en
los factores que apoyan la salud humana y el bienestar, más que en factores que
causen enfermedad. El enfoque Patogénico,
más popular e intuitivo, es el más familiar... los esfuerzos enfocados en luchar
contra la enfermedad.
Pese a que esta filosofía central general no es difícil de entender, es
una rareza dentro del sistema de salud... De hecho, a veces es visto como “alternativo”.
Pero la lamentable realidad es que hemos sido condicionados a existir dentro
del paradigma patogénico... donde la salud necesita deteriorarse hasta un
determinado nivel antes de que sea “digno” de ser etiquetado como una
enfermedad y por lo tanto digno de intervención. Esto se puede observar en
relación a los así llamados “estándares de salud”... presión sanguínea, peso,
niveles de colesterol, etc. Todos son considerados buenos hasta que alcanzan un
nivel crítico... y en tal momento se convierten en una patología específica y
así comienza la intervención Patogénica.
El enfoque Salutogénico no descalifica ni entra en conflicto con el
enfoque Patogénico... De hecho se enlaza con este y forma una unidad mucho más
grande. Dentro de esta unidad, ambos
existen como factores igualmente poderosos y válidos que trabajan para
contribuir a la homeostasis sistémica. Por lo tanto, uno no necesita “esperar”
que aparezca una patología o condición específica. Ya sea en tiempos de salud o
de enfermedad, un foco en los factores salutorios siempre contribuye a
establecer y mantener un estado homeostático.
Si llevo esta filosofía general a una narrativa más específica (PC, EM,
Fibromialgia, Autismo, etc...) la comprensión general y el marco resisten
bastante bien. En relación a las condiciones enlistadas, los estresantes
físicos, ambientales, químicos y fisiológicos se amplifican en varios grados en
comparación con la población saludable. El factor crítico a considerar, cuando
se observa desde la perspectiva Salutogénica, es si estos estresantes son recibidos por los sistemas como
patogénicos, neutrales o salutorios. Esto se determina mediante lo que Antonovsky denominó
como Fuentes de Resistencia
Generalizadas (GRR por sus siglas en inglés). Por lo tanto, mientras más
GRR tenga el sistema disponibles, mayores serán las posibilidades que tendrán
los diferentes estresores para manifestarse como neutrales o salutorios. En la
Parálisis Cerebral, Esclerosis Múltiple, FMS, etc, comúnmente estos GRR se
caracterizan por la mecánica respiratoria, función del sistema inmune,
competencia linfática, circulación del líquido intersticial, y otros.
Por lo tanto llegamos al mensaje principal y al motivo de este post: Las intervenciones terapeuticas más
fundamentales, exitosas y confiables con las Salutogénicas. Incluso dentro de estados de enfermedad
específicos, bien identificados, los estresores salutorios sirven para
desarrollar y apoyar el progreso y la mejora. No solo contribuye al estado
homeostático, sino que efectivamente define la habilidad de adaptarse a
estresores adicionales mediante la construcción de GRRs. El ejemplo más
notorio del enfoque salutogénico es la terapia de masaje... básicamente es
efectiva para TODOS y para TODO. ¿Por qué? Porque es un estímulo Salutogénico
(la puesta apunto del hipotálamo resulta en una relajación muscular automática,
mejorando la circulación de líquido intersticial aumentando el drenaje de
fluidos y el desempeño linfático, una mejor circulación contribuye a una mejor
entrega de O2 y desempeño metabólico, etc...)
En resumen, la perspectiva más amplia no sugiere una “polarización” continua ni
“compartimentada” para que sea más fácil. Pese a que desde un nivel macro
(Estado, Provincia, Institución) esto puede servir para un bien mayor, el
manejo micro (quien brinda cuidados de salud o quien los busca) siempre debiese
considerar la singularidad sistémica de la persona e implementar el equilibrio
apropiado de estrategias salutogénicas y patogénicas.
Saludos!
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